Vamos a reforzar nuestro trabajo “LA GUIA DEL CAMINO INTERNO” con una herramienta complementaria.
Estamos acostumbrados a movernos en tres dimensiones, y no nos percatamos que tenemos otra dimensión desaprovechada, el tiempo.
Lo tenemos en cuenta en pocas ocasiones y, desde una sola óptica, el tiempo de reloj; el paso del tiempo ¿Cuánto tiempo me queda para tal o cual cosa?
Samoa a trabajar con el tiempo desde otra perspectiva. Imaginemos el paso del tiempo como una línea recta y en esa línea vamos a superponer fotografías nuestras desde que éramos niños hasta el momento actual y extraigamos una fotografía global del conjunto. Esta fotografía global es lo que llamamos proceso y es aplicable a cualquier cosa. Empezaremos a ver las cosas en proceso, Esto es curioso porque estamos acostumbrados a ver una “cosa” con una forma determinada.
Al ver el “objeto de estudio” en proceso dispara determinados mecanismos de conciencia y lo que era una línea (una dimensión) en el tiempo se convierte en un espacio de tres dimensiones temporal y vemos las cosas en profundidad, varia hasta la percepción visual del objeto en cuestión.
Lógicamente de un objeto que solo conocemos se morfología actual no podemos apreciarlo en cuatro dimensiones, pero lo conocido si es susceptible de percibirse así-
Esto es especialmente útil en el trabajo interno ya que permite detectar condicionantes biográficos que determinan el “YO” actual y permiten proyectarlo a futuro pudiendo realizar las correcciones pertinentes.
Os propongo como ejercicio curioso hacer lo de la línea y las fotos, e intentar configurar una imagen global del proceso.
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Estamos acostumbrados a movernos en tres dimensiones, y no nos percatamos que tenemos otra dimensión desaprovechada, el tiempo.
Lo tenemos en cuenta en pocas ocasiones y, desde una sola óptica, el tiempo de reloj; el paso del tiempo ¿Cuánto tiempo me queda para tal o cual cosa?
Samoa a trabajar con el tiempo desde otra perspectiva. Imaginemos el paso del tiempo como una línea recta y en esa línea vamos a superponer fotografías nuestras desde que éramos niños hasta el momento actual y extraigamos una fotografía global del conjunto. Esta fotografía global es lo que llamamos proceso y es aplicable a cualquier cosa. Empezaremos a ver las cosas en proceso, Esto es curioso porque estamos acostumbrados a ver una “cosa” con una forma determinada.
Al ver el “objeto de estudio” en proceso dispara determinados mecanismos de conciencia y lo que era una línea (una dimensión) en el tiempo se convierte en un espacio de tres dimensiones temporal y vemos las cosas en profundidad, varia hasta la percepción visual del objeto en cuestión.
Lógicamente de un objeto que solo conocemos se morfología actual no podemos apreciarlo en cuatro dimensiones, pero lo conocido si es susceptible de percibirse así-
Esto es especialmente útil en el trabajo interno ya que permite detectar condicionantes biográficos que determinan el “YO” actual y permiten proyectarlo a futuro pudiendo realizar las correcciones pertinentes.
Os propongo como ejercicio curioso hacer lo de la línea y las fotos, e intentar configurar una imagen global del proceso.
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