Soñando...

Un día sin sol. Una calle desierta. La lluvia refresca mi cara. Pasos largos y actitud enérgica. Mi alma se purifica con el agua. Mirada hacia el frente. La mente perdida. La memoria proyecta hacia mi mente, una imagen en la que yo, plétorico de alegría, deseo compartirla con el ser mío más querido. Bagando por las calles, me regocijo con la humedad. Absorto en el pasado, y el posible futuro en el que, compartir entre las personas, es costumbre. Un momento en el que el pensar en la alegría de los demás. Un momento de comunión con todos. Torbellino de sentimientos se revuelve en mi interior. Mi paso, como a galope de vigoroso corcel, me conduce raudo entre las calles, a un destino que desconozco. Que magnífico día este, en el que el Sol no golpea con furia su calor sobre la desnuda piel de las personas. Que tranquilizador, el suave tintineo de pequeñas perlas de agua cayendo sobre los adoquines. Una luz suficiente, para distinguir los objetos, pero que no deslumbra como una llameante explosión.

Twittear