Quienes vieron la película "Viaje alucinante al fondo de la mente" recordarán aquel curioso huevo grande de plástico, a modo de gran bañera cerrada, en donde el protagonista se sumergía en su afán por "regresar al origen". Su director, Ken Rusell rodó esta vez una obra con esmero y contención, cuyas imágenes rebosaban originalidad; aquel "huevo" no era de ciencia ficción, sino una CAMARA DE AISLAMIENTO SENSORIAL, cuyo campo de posibilidades es bastante más variado de lo que sugiere la película, centrada en el tema de las regresiones. Estas cámaras, también llamadas "tanques" o "burbujas" de relax, van llegando poco a poco a nuestro país; por eso nos ha parecido interesante explorar un poco sus posibilidades.
Entre el lenguaje de los delfines y el LSD
A principios de los año 50, los especialistas en neurofisiología creían que si se privaba al cerebro de la casi totalidad de estímulos físicos, éste se adormecía. Por esa época, el doctor John C. Lilly, neurofisiólogo psicoanalista, se propuso investigar sobre dicha hipótesis cuando trabajaba por encargo de la armada en la National Institute o Mental Health de Bethesda (Maryland, USA). Aunque las experiencias sobre aislamiento sensorial son algo anteriores, Lilly, en colaboración con el Dr. Jay Shurley, se las ingenió para hacerlas fácilmente viables; inicialmente, los individuos se colocaban sobre una cama, en un compartimiento con aire acondicionado, con los brazos y las manos envueltos en unos manguitos especiales y los ojos cubiertos por unas gafas de esquí, lo cual apenas conducía a nada. Lilly, que desde 1950 se dedicaba también a estudiar a los delfines en las Islas Vírgenes (1), intuyó que precisamente "en el agua" se podrían dar las mejores condiciones. Así que preparó adecuadamente una cámara de la Marina, de las destinadas al estudio de las técnicas de escafandrismo. En ellas el sujeto estaba provisto de una máscara que le envolvía la cabeza y se contaba además con otros elementos, como una especie de flotadores para lograr una posición lo más relajada posible. "Esta técnica tenía la ventaja de disminuir mucho la pesadez de la cabeza, ya que ésta absorbe un enorme porcentaje de la actividad del sistema nervioso central; sin embargo, el entorno daba a la experiencia un carácter monótono", escribió Lilly en esa época. No del todo satisfecho pues con la fuerza de sustentación del agua, la cambió radicalmente, aprovechando las propiedades del agua salada y manteniéndola a la temperatura de 34,2 ºC para evitar sensaciones de calor o frío. Todas las pruebas dieron excelentes resultados: acababan de nacer las cámaras horizontales de aislamiento sensorial.
Hubo que aguardar bastantes años para que los heterodoxos hallazgos del Dr. Lilly encontrasen mayor difusión, cuando confluyeron sus investigaciones con la cultura psiquedélica, a finales de la década de los sesenta. Es entonces, y sobre todo durante los años siguientes, cuando los artistas –como John Lennon o Kris Kristofferson, médicos, especialistas en educación física. Yoga o relajación comenzaron a interesarse por sus posibilidades. Sin embargo ya antes, especialmente durante los años 1964-66, el inventor había experimentado ampliamente con LSD-25 dentro de una cámara, como describe ampliamente en su libro "El centro del ciclón" (2).
La Cámara de Aislamiento Sensorial
Ahora, con el paso del tiempo, la utilidad de estas cámaras parece haberse centrado más en favorecer la relajación, eliminar estrés, mejorar las condiciones físicas ... Aunque no por ello deja de parecer posible, y perfectamente válido, un uso que tienda a la plena conciencia interior, que enriquezca y dé un mayor sentido a la larga tarea de crecimiento y plenitud personales, de auto-conocimiento, en suma.
Los tanques son complicados de hacer por uno mismo, y si son buenos resultan demasiado caros. Por ello se suele acudir a diversos centros que los alquilan por horas. Se trata de compartimientos de plástico, de alrededor de 2,50 m. de largo, 1m. de alto y 1m. de ancho, provistos de una puerta inclinada fácilmente maniobrable, tanto desde el interior como del exterior. Contienen alrededor de 400 litros de agua a 34 o 34,5 ºC, saturada de sales de Epsom (sulfato de magnesio hidratado), fáciles de encontrar en droguerías.
Gracias a este aumento de la densidad del agua, la persona puede flotar confortablemente sobre su espalda, y sus brazos, piernas, vientre y, sobre todo, su cabeza, emergen parcialmente, lo que permite evitar la mascarilla respiratoria que se utiliza en los primeros experimentos.
A esta pequeña estructura hay que añadir un sistema de ventilación muy silencioso, un sistema de calefacción y una bomba para filtrar y neutralizar el agua entre cada uso. Como vemos, se trata de una estructura sencilla y muy fácil de utilizar, que a mediados de los años setenta adquiere gran popularidad en Europa. Con la comercialización aparecen nuevas formas: algunas son mayores y permiten que dos personas disfruten simultáneamente de la experiencia. Otras son circulares y otras de perfiles altamente estilizados, con puerta lateral corredera.
La popularización del invento ha llevado a desvirtuarlo: algunos de los compartimientos están equipados de altavoces y otros tienen incluso pantallas de televisión o video, lo que deja sin sentido el término "aislamiento", y la cosa no pase de ser una relajación corporal, útil más bien para el entrenamiento deportivo, la rehabilitación y recuperación corporales, los trastornos funcionales, etc.
El Hipocampo
El tanque vertical, precursor de la cámara horizontal, sigue existiendo en versión modernizada. Se la denomina "Hipocampo" y se basa en el principio del Dr. Shurley, quien prosigue sus investigaciones en el campo de la psiquiatría en la Escuela Médica de Oklahoma desde hace 25 años.
El Hipocampo contiene agua muy poco salada y aséptica. El usuario va equipado con una mascarilla que le proporciona el oxígeno necesario para respirar; puede efectuar toda clase de movimientos, con lo que desarrolla una nueva percepción de su cuerpo, o puede elegir entre quedarse inmóvil, como en la cámara. Sin embargo, su utilización es poco conocida y difiere bastante de la cámara del Dr. Lilly, ya que el Hipocampo permite más bien una "toma de conciencia corporal" por el movimiento, así como cierta liberación de recuerdos y emociones almacenados en cada uno. Además de eso, las cámaras de aislamiento sensorial favorecen la exploración de toda una gama de estados de conciencia tras la necesaria fase de profunda relajación (física y mental) y reintegración del cuerpo.
Efectos y experiencias con la Cámara
Cuando la puerta de la cámara está cerrada el sujeto flota confortablemente sobre su espalda, privado de casi todas las sensaciones físicas.
Ante todo, se trata de tener en cuenta que "la cámara no hace nada"; como mucho se la puede considerar como un pariente lejano del Mar Muerto (3), en el que también flotan los bañistas. Es como si fuera el cojín sobre el que uno se puede sentar para meditación, o la cama, que no hace el sueño por si misma.
La cámara es pues un entorno que favorece ciertas experiencias, más que crearlas. NO es una droga ni un medicamento, y el sujeto puede estar en ella una hora sin haber sentido gran cosa (aunque eso ocurre raras veces). Por tanto, será cada persona quien vivirá su propia experiencia con el entorno que la cámara facilita.
Cuando se cierra la puerta, el usuario no tiene sensación alguna de frío o calor; nada hay que ver u oír, no siente ni el peso del propio cuerpo, tan solo la mente y la conciencia. El aislamiento total aguarda. Se trata, en cierta forma, de recrear el ambiente del claustro materno, lo cual permite lograr un nivel de relajación muy profundo con inusitada rapidez.
El conjunto del cerebro aminora o disminuye sus ondas cerebrales, que pasan del ritmo beta (vigilia) al ritmo alfa (sueño), e incluso al ritmo theta (sueño profundo), "sin pérdida de conciencia", lo cual hasta ahora era un privilegio de los grandes meditadores. Por eso Lilly habla de la cámara de aislamiento como de un instrumento occidental de meditación –una imagen elocuente de la situación.
Una gran parte de la actividad de nuestro sistema nervioso central sirve para ajustar el cuerpo a la gravedad (4); con lo que en la cámara toda esta energía nerviosa queda disponible para otras actividades. Liberada de toda influencia exterior, la persona está muy atenta a las sensaciones internas del propio organismo: se puede escuchar y sentir la respiración, latir el corazón, y hasta el ruido de la circulación de la sangre por los capilares de las orejas ... Pero además se puede tomar conciencia de las tensiones cotidianas, notándolas presentes aún en el propio cuerpo, y descubrir cómo poco a poco se van librando las cargas emocionales asociadas a dichas tensiones.
"Las ondas theta son en buena parte responsables del gran cambio bioquímico que se produce en el sistema nervioso después de quince o veinte minutos en la cámara. Normalmente nuestro cerebro emite en ondas beta, pero es en este otro nivel de percepción, el de las ondas theta, cuando el cerebro humano puede tener acceso a esas discordancias espacio-temporales por las que se asoma la intuición pura, aquella que iluminó a Leonardo, a Einstein, a Picasso..." (5).
Se dice que en nuestra cultura prevalecen cinco estados de conciencia (y que pueden ser recreados bioquímicamente): despierto (anfetaminas); dormido (barbitúricos); sueño (opiáceos); trance (pentotal sódico); liberación (alucinógenos). Es un tema discutible, pero la cámara de aislamiento parece más eficaz que todo eso, ya que en ocasiones puede sintetizar esos estados en una hora y de forma inofensiva. En todo caso, y recordando las impresiones del Dr. Albert Hoffman (6), no es la cámara de aislamiento sensorial lo que produce efectos profundos; solo puede estimular lo que ya está en la persona; si no hay nada dentro, nada sale.
Beneficios
Entre los efectos se da también un reequilibrio general de diversas partes del cerebro: los hemisferios del córtex –el cerebro mamífero arcaico unido a las emociones-, y el cerebro reptiliano, -asociado a las pulsiones- (7).
Uno de los elementos que favorecen este equilibrio es el hipotálamo, que transforma nuestros humores en sustancias químicas, inhibe la secreción de sustancias químicas productoras de estrés, como la adrenalina, y aumenta la producción de sustancias euforizantes o anestesiantes, como las endorfinas. A veces llega a convertirse y actuar como un verdadero alquimista al producir sus propias sustancias de tipo "psicodélico".
La cámara permite un nivel de relajación muy profunda. Esta relajación es al principio física y después mental. El aspecto sorprendentemente distendido de las personas después de tan solo una hora en la cámara lo confirma. La respiración se hace más lenta y disminuye entre un 10 y un 15% al cabo de media hora, en comparación con el 8% que se consigue tras cuatro o cinco horas de sueño. El ritmo cardíaco sigue este aminoramiento, así como todo el metabolismo en general. Libre de los centenares de informaciones sensoriales que le llegan por segundo, el organismo se pone en "homeostasis", es decir, en equilibrio bioquímico con el agua y en equilibrio químico global.
Puede lograrse un descanso excepcional. El propio cerebro parece como lo que debería ser: un lugar muy confortable (casi paradisíaco, como dicen algunos), de modo que es posible explorarlo conscientemente, integrando cada una de las partes al todo. Este estado favorece la curación de malestares provocados por el estrés: hipertensión arterial, depresión nerviosa, infarto de miocardio, las migrañas y numerosos trastornos orgánicos o funcionales. En caso de fracturas, la cámara de aislamiento sensorial propicia muy favorablemente su rehabilitación, si se combina con los ejercicios de reeducación postural de las partes implicadas.
En lo que respecta al cerebro disminuye la hiperactividad en el hemisferio izquierdo (racional, lógico, verbal y analítico) y el hemisferio derecho sale de su semi-aletargamiento. Según el profesor Budzyanski, de la Universidad de Colorado, EE.UU.: "En la cámara de aislamiento, el hemisferio derecho sale de su zona de penumbra gritando ¡yupi!". Se sabe que dicho hemisferio está ligado a la intuición, la imaginación y la visualización, así como a otras capacidades no-verbales. Por ello no es tan raro que muchas personas salgan de la cámara y se sientan incapaces de relatar su experiencia: tienen la impresión de que no pueden describir lo vivido y que las palabras serían insuficientes.
Además de facilitar el estudio de los sueños y determinados trastornos mentales, la cámara de aislamiento sensorial es un instrumento bastante accesible para aprender a descubrir la propia creatividad.
La cámara tiene también posibilidades en el tratamiento de procesos reumáticos y puede ser útil para los que deseen dejar de fumar, o para acelerar la unión en casos de fractura.
En Norteamérica algunas empresas comienzan a ponerla a disposición de sus empleados, y se va generalizando su uso en el entrenamiento deportivo para la alta competición.
Algunos consejos
Es bueno que el lugar resulte cálido y acogedor, muy silencioso, lejos de vibraciones (ferrocarriles, fábricas) y, si es en alguno de los centros deportivos que ahora están tan de moda, convendrá alejarlo de los ruidos de vestuario o lugares de paso. Es preferible que la habitación o recinto esté a unos 30 ºC, para evitar sensaciones desagradables al entrar o salir. También conviene evitar las luces demasiado fuertes o artificiales directas y se aconseja que cada cámara esté cerca de una ducha y los servicios.
Debe evitarse a toda costa que entre agua en los ojos: caso de que suceda, es preferible que el usuario salga de la cámara y se dé una ducha ligera, debido a las irritaciones insoportables que produciría el sulfato magnésico. Para que nada de todo esto suceda, basta con introducirse despacio en la cámara, evitando movimientos bruscos.
La sal en el agua tiene efectos tonificantes, por lo que los hipertónicos deberán tener algunas precauciones ante la posibilidad del insomnio: paseos, gimnasia, evitar un exceso de uso de la cámara, etc.
Aunque el uso de la cámara tiene efecto secundario alguno, quienes padezcan trastornos importantes de tipo cardio-circulatorio o respiratorio deberán someterse a un reconocimiento médico previo.
Ejercicios respiratorios
Muchos individuos han conseguido modificar su ritmo cardíaco y su tensión arterial, o acelerar la curación de diversos trastornos, con la ayuda de las técnicas denominadas de visualización creativa. Otros han aprovechado los dolores (como la misma sal en los ojos) para explorar la parte dolorida o el fenómeno mismo del dolor.
En general suelen recomendarse ejercicios respiratorios. Lilly sugiere la "respiración delfín" y la hiperventilación, a base de una respiración abdominal acelerada.
La "respiración delfín" consiste en inspirar, retener el aire tanto como tiempo como a uno le sea confortable y luego espirar e inspirar de nuevo rápidamente. Si se hace bastante rápido, el agua no se moverá en la cámara, al contrario de lo que ocurre con la respiración normal. Tanto este ejercicio como el segundo pueden modificar los estados de conciencia por eso es bueno familiarizarse con estas técnicas antes de entrar en la cámara.
Con la hiperventilación se presta atención a las olas que tal respiración crea en la cámara; de ahí es fácil hacer asociaciones con las olas del pensamiento en el mar de una mente equilibrada como para poder reflejar la luz ... En todo caso es recomendable practicar esos dos ejercicios respiratorios progresivamente.
A veces a una relajación general profunda el sigue una exteriorización de las emociones (risa, llanto, miedo, cólera...). La cámara puede ser entonces un instrumento de descarga emocional de apreciable valor. En ocasiones se tienen ganas de cantar o hacer ruidos o vocalizaciones, puesto que con la resonancia y con las orejas bajo el agua la experiencia es apasionante. No es malo abandonarse a la emoción que conlleva, pero si resulta demasiado intensa se puede controlar o eliminar de varios modos: por ejemplo, espirando o haciendo una llamada a imágenes mentales, como un fuego que quema esta emoción, un barco que se la lleva, etc.
La cámara tiene efectos sobre el plano mental similares a los del agua que contiene: "espejo y lupa". El hecho de estar aislado favorece el "retorno" a uno mismo y rompe los esquemas con los que se suele funcionar normalmente. De esta forma se puede tomar conciencia y modificar prejuicios, papeles sociales, esquemas convencionales, etc. En esto la cámara puede ser parecida a la sofrología, relajación, técnicas de interiorización, de crecimiento personal o el amplio campo de la psicología humanista. Lo que tiene de bueno es que puede tanto ampliar como favorecer dichas técnicas, pero además se puede luego aprender a reproducirlas más fácilmente sin ayudas o estímulos exteriores.