Cuando trabajamos con Constelaciones Familiares nos damos cuenta de la importancia que damos, generalmente de forma inconsciente, a la pertenencia a un grupo social. Este instinto se desarrolla en los tiempos primitivos, en los que, los seres humanos, formábamos parte de una tribu o clan. Entonces, separarse de la tribu implicaba la muerte, de ahí la voluntad de aprender y de adecuarnos a los valores dictados por nuestro grupo social.
Para saber si nuestro comportamiento se adecúa a lo que dictamina nuestro entorno, contamos con un instrumento esencial: la conciencia. Ésta funciona como un barómetro social. Si nos sentimos cómodos y relajados, sabemos que estamos siguiendo las normas y nuestro derecho de pertenencia está asegurado. Si queremos pertenecer a ciertos grupos, tendremos que desarrollar una conciencia distinta para cada uno. De esta manera, la conciencia rige nuestra vida cotidiana. Lo curioso es que pensamos que, este código de conducta, es elaborado de manera interna, que es fruto de una decisión o de unos valores propios, pero lo realmente cierto es que hemos asumido los de un grupo con la suficiente intensidad como para creerlo intrínseco.
El origen de la conciencia se remite a la primera infancia. El niño ama a sus padres incondicionalmente porque su supervivencia depende de ellos. Conforme vamos socializando y aumentando los círculos en los que nos relacionamos nos vamos vinculando a otros grupos, de manera que sentimos que ocupamos un lugar en el mundo. si hacemos algo que pone en peligro nuestra pertenencia a un grupo, tenemos mala conciencia, nos sentimos culpables y esperamos un castigo. Esta sensación será más fuerte cuanto más fuerte sea el vínculo. El primer contacto humano con nuestra madre será el vínculo más fuerte de todos.
Todo lo anterior nos lleva a una necesidad de equilibrio, entendido como reciprocidad. Cuando se nos hace algo bueno, necesitamos dar las gracias a la persona que tiene el detalle con nosotros, e incluso tendremos la sensación de que tenemos que devolver el bien recibido. Esta "ley" también se aplicará en lo negativo, de manera que querremos vengarnos de cualquiera que haya cometido una injusticia.
Hasta ahora hemos hablado de la conciencia personal, pero también existe la conciencia colectiva. Ésta operará desde el interior de la familia o clan, sin que sus miembros lo sepan, y sólo puede reconocerse por su influencia en el comportamiento de las personas. La misión de las Constelaciones Familiares, consiste en identificarla y comprenderla, para entender sus implicaciones e intenciones, y sanar el desequilibrio.
La conciencia colectiva se basa en 3 principios:
La sociedad occidental considera al individuo lo primero, pero en los grupos primitivos la dinámica es distinta. Los mayores son los seriamente respetados, y los intereses del grupo se ponen por delante de los del individuo. Todo el grupo lo sabe, y sus miembros aceptan su responsabilidad. Lo que no hemos tenido en cuenta es que seguimos regidos por las mismas leyes inconscientes que hace milenios, y que éstas siguen controlando nuestras acciones.
En Constelaciones Familiares se intenta que cada uno comprenda la conciencia colectiva de su familia. A partir de ahí, intentaremos restablecer el equilibrio y recuperar el orden adecuado.
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Para saber si nuestro comportamiento se adecúa a lo que dictamina nuestro entorno, contamos con un instrumento esencial: la conciencia. Ésta funciona como un barómetro social. Si nos sentimos cómodos y relajados, sabemos que estamos siguiendo las normas y nuestro derecho de pertenencia está asegurado. Si queremos pertenecer a ciertos grupos, tendremos que desarrollar una conciencia distinta para cada uno. De esta manera, la conciencia rige nuestra vida cotidiana. Lo curioso es que pensamos que, este código de conducta, es elaborado de manera interna, que es fruto de una decisión o de unos valores propios, pero lo realmente cierto es que hemos asumido los de un grupo con la suficiente intensidad como para creerlo intrínseco.
El origen de la conciencia se remite a la primera infancia. El niño ama a sus padres incondicionalmente porque su supervivencia depende de ellos. Conforme vamos socializando y aumentando los círculos en los que nos relacionamos nos vamos vinculando a otros grupos, de manera que sentimos que ocupamos un lugar en el mundo. si hacemos algo que pone en peligro nuestra pertenencia a un grupo, tenemos mala conciencia, nos sentimos culpables y esperamos un castigo. Esta sensación será más fuerte cuanto más fuerte sea el vínculo. El primer contacto humano con nuestra madre será el vínculo más fuerte de todos.
Todo lo anterior nos lleva a una necesidad de equilibrio, entendido como reciprocidad. Cuando se nos hace algo bueno, necesitamos dar las gracias a la persona que tiene el detalle con nosotros, e incluso tendremos la sensación de que tenemos que devolver el bien recibido. Esta "ley" también se aplicará en lo negativo, de manera que querremos vengarnos de cualquiera que haya cometido una injusticia.
Hasta ahora hemos hablado de la conciencia personal, pero también existe la conciencia colectiva. Ésta operará desde el interior de la familia o clan, sin que sus miembros lo sepan, y sólo puede reconocerse por su influencia en el comportamiento de las personas. La misión de las Constelaciones Familiares, consiste en identificarla y comprenderla, para entender sus implicaciones e intenciones, y sanar el desequilibrio.
La conciencia colectiva se basa en 3 principios:
- Ley de pertenencia: Todos los miembros de la familia tienen derecho a formar parte de ella, y a ocupar su lugar.
- Ley de jerarquía: Los miembros de la familia están ordenados según su llegada a la misma. Esta noción de conceder prioridad al primero está muy arraigada a nuestro inconsciente colectivo, y la sentimos instintivamente en las situaciones cotidianas (por ejemplo, cuando hacemos cola). Ningún miembro de la familia debe ocupar un lugar que no le corresponde.
- Ley del equilibrio: Cualquier injusticia cometida con (o por) un miembro de una generación anterior, tendrá que compensarse con los actos de un miembro posterior de esa familia. Esto no es una regla moral de comportamiento, ni un código de conducta, ni parte de un razonamiento ético, pero es la pauta observada en las dinámicas de Constelaciones Familiares. Con la conciencia personal nos sentimos culpables, con la colectiva nos arrastra una fuerza inconsciente. Cargamos con un destino que recibimos, y tenemos que aceptar que formamos parte de una familia determinada, con su historia. A partir de ahí, tendremos que empezar a superarlo.
La sociedad occidental considera al individuo lo primero, pero en los grupos primitivos la dinámica es distinta. Los mayores son los seriamente respetados, y los intereses del grupo se ponen por delante de los del individuo. Todo el grupo lo sabe, y sus miembros aceptan su responsabilidad. Lo que no hemos tenido en cuenta es que seguimos regidos por las mismas leyes inconscientes que hace milenios, y que éstas siguen controlando nuestras acciones.
En Constelaciones Familiares se intenta que cada uno comprenda la conciencia colectiva de su familia. A partir de ahí, intentaremos restablecer el equilibrio y recuperar el orden adecuado.
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