LA LIBERTAD INTERNA

Hacemos lo que hacemos porque nos gusta. Lo de intentar despertar la conciencia en el ser humano y todo eso, está bien, pero si lo hacemos es por que nos gusta, porque nos sentimos bien, con independencia del resultado.

El resultado nos sirve para ir perfeccionando los errores cometidos utilizando ese binomio (acierto-error). Lo que no podemos hacer nunca es depender internamente de los resultado, porque eso nos encadena al sufrimiento y nos produce frustración. Este encadenamiento nos impide sentirnos libres. La libertad interna se registra como el gusto por la acción, si esa acción sale bien la desarrollaremos y si no sale bien veremos donde podemos corregirla. El estar encadenado al resultado, como vimos antes lleva a la frustración y, consecuentemente, a la no-acción. No hago nada y por lo tanto no cometo errores y, así no me frustro.

En principio no es mala idea, te crea una ilusoria felicidad, sin embargo y atendiendo al registro que se produce es una oxidación interna, una degeneración que tiene que ver con un estado letárgico, es un registro similar al de la muerte. Por ello estas personas tienden a anestesiar los registros para evitar evidenciar su estado. Aquí no hay aprendizaje. Al no hacer, no corres el riesgo de equivocarte, pero tampoco hay crecimiento interno, entonces ¿para que vives?. Prefiero hacer y confundirme mil veces que no hacer y estar dormido en vigilia. Hay que “despertar al durmiente”.

No podemos encadenarnos a los resultados puesto que así funciona el “orden establecido”, por eso la gente siente que no es libre, porque les han hecho creer que los resultados son el objetivo y no el medio para el aprendizaje y crecimiento personal. Tenemos que hacer lo que tenemos que hacer porque nos gusta y nos da la gana y los resultados ya los iremos afinando.

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